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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Fui a un bar lleno de gachos, se dieron cuenta que soy gay y éste fue el resultado:

 Fui a un bar lleno de gachos, se dieron cuenta que soy gay y éste fue el resultado:


Una noche libre que tuve fui a uno de los bares de campo que antiguamente se llamaban boliches de campo. Ahí había varios parroquianos tomando, jugando al truco, y conversando a viva voz. Los paisanos por lo general son de hablar bien fuerte.
Me acerqué a la barra y pedí algo. Al poco se me acercó uno y se puso a conversar, después vino otro y también comenzó a hablar con nosotros dos. Los gauchos muchas veces viven solos en un campo donde cuidan la casa y atienden la siembra o los animales, entonces cuando tienen la oportunidad de salir, aprovechan y se sacan las ganas de hablar con otras personas.
Estos paisanos me invitaron vino y cerveza, casi no pagué nada. Con mucha insistencia logré pagarles algo a ellos. (Esas son costumbres que en la ciudad se perdieron completamente)
Cuando había pasado más de una hora, ya me habían preguntado por mi vida, mi familia, mujer e hijos (que no tengo), en qué trabajaba, me invitaron a jugar al truco. Y como todo eso no lo tengo o no lo sé hacer, algo raro veían en mí. Para un buen paisano, los hombres deben casarse, tener hijos, saber tomar, fumar, escupir, etc.


La conversación seguía y los parroquianos ya estaban bastante entonados después de varias cervezas y vinos. El ambiente estaba muy animado, puse un poco de música de chamamé desde mi celular y los gauchos que venían de las provincias del norte se pusieron a bailar solos, a zapatear y a tirar zapucáys. Fue muy divertido, y me encantaba ver a esos hombres masculinos, gauchescos, varoniles zapateando y mostrando su virilidad. Se me caía la baba...


Algunos me miraban con desconfianza, pero el que más me gustaba seguía hablando conmigo, y estaba totalmente desinhibido, el alcohol y la música habían hecho su trabajo. Era uno de los que gritaba y bailaba. Mmmm Me encantaba su masculinidad.
En un momento me invitó a ir al baño porque tenía ganas de mear. Acepté y lo acompañé, seguía hablando y contándome cosas. Llegamos adentro del baño y simplemente peló la pija adelante mío. Se puso a mear de frente a mí en los mingitorios. Su verga es larga aún sin estar parada. Me hablaba y seguía meando sin ningún tipo de vergüenza y sin esconderse como hace la mayoría.


Uno de mis morbos más grandes es la meada. Me encanta ver a un hombre cuando está orinando, me gusta sostenerle el miembro hasta que termine. Y hasta me dejaría mear por el hombre que me caliente.


Así que este estaba meando justo frente a mí, mis ojos no se separaban de su miembro. Recorrí todo su cuerpo con mi mirada y quise guardar cada detalle en mi memoria para recordar ese momento por siempre.


Obviamente se dio cuenta que lo estaba observando y ni aún así se escondió. Cuando terminó de mear empezó a estirar la pija que parecía de goma. La estiraba y la soltaba como si la estuviera exprimiendo, desde el tronco hasta la punta del tiento. La sacudía y la soltaba. Así una y otra vez sin guardarla.


Su pija era muy elástica, parecía de goma y llegaba dormida como a 15 cm. En un momento no supe qué hacer y empecé a reírme de los nervios. "Parece una gomita..." le dije entre risas. Como yo estaba muy cerca le agarré la punta de la pija con la mano y se la estiré como él estaba haciendo. Se la solté y chocó contra el gaucho. Mientras jugaba con su pija me reía, se la estiraba y soltaba como si jugar con su pija fuera lo más normal del mundo.


Después de eso no pude detenerme, me puse serio y empecé a pajearlo. Le pelé la cabeza y le corría la piel para adelante y atrás una y otra vez. El gaucho correntino no decía nada, simplemente se dejaba hacer...


YO: -¿No te molesta?
GAUCHO: -No, dale seguí


Su pija no estaba muy dura pero era larga y gomosa, se estiraba ahora como hasta los 20cm. De a poco se le iba parando y sentí su dureza. La piel de su pija es suave. Este hombre de unos 32 años es de piel morena, su rostro juvenil y masculino del estilo europeo del sur, su cabello oscuro y bien corto, con una altura como de 1,70m y sus ojos color castaño. Su aliento a alcohol se empezaba a sentir cerca de mi cara, y me parecía un aroma dulce y delicioso, me terminó de enloquecer y empecé a gemir como una mina:


YO: -MHHmmm HMMmm ¡Ayyy, Ayy papitooh!


El paisano correntino me sintió gemir y me arrastró hasta el cubículo del baño. Me "obligó" a agacharme y empecé a chuparle la pija. "Se enloqueció el padrillo", pensé yo.


Le lamía y relamía la verga en todo su contorno, la pajeaba y ya estaba como una piedra. Me empezó a largar su líquido preseminal y era delicioso. No paré de chuparle la pija y de gemir, yo estaba muy caliente, y al paisano parecía gustarle mucho. Empezó a moverse hacia atrás y adelante y me cogía por la boca. ¡Deliré de placer!


Cuando estuvo bien húmeda su verga me levantó y me hizo dar vuelta. Como toda una putita sumisa simplemente me dejaba hacer y accedía a todos sus deseos. Me bajé el pantalón y me puse saliva en la cola. Me empezó a penetrar y sentí un dolor intenso. Me clavó con sus 20cm de verga caliente y sentí ganas de gritar de dolor, pero me aguanté porque no quería llamar la atención de la gente que todavía estaba en el bar. Me agarró de las caderas y me clavó una y otra vez. La sacaba y se echaba más saliva y me seguía cogiendo. No tardó mucho y en unos minutos me echó toda le leche adentro. Resoplaba y bufaba como un potro en celo. Me abrazó por el pecho y se quedó como descansando agitado sobre mi espalda. Sus piernas se iban doblando como si sintiera un hormigueo por el intenso placer del orgasmo, mientras su pija seguía latiendo y largando leche dentro de mi OGT.


Me sacó la pija de la cola y se lavó en el lavatorio del baño. Yo me lavé un poco el ojete y fuimos a seguir tomando como si nada. Ya habían pasado como 15 minutos y por suerte nadie había entrado al baño en ese tiempo. Después de seguir conversando fuimos afuera y me dijo que él estaba casado pero que es muy calentón y que le daba "a lo que sea".


GAUCHO: -A mí me encanta coger y vivo caliente.
YO: -Qué bueno que seas así.
GAUCHO: -Cuando quieras pasá por acá y seguimos hablando y pasándola bien.
YO: -Dale, gracias por lo de recién.
GAUCHO: -No, gracias a vos mi reina.


Intercambiamos teléfonos pero hasta ahora no tuve tiempo de volver a ese lugar. En cuanto pueda voy a volver y recibir los embates de ese gaucho correntino tan calentón y varonil.




Este relato está basado en sucesos totalmente reales vividos por mí y pasó en una tranquila ciudad de la provincia de Buenos Aires.

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