Free porn videos

jueves, 26 de diciembre de 2019

Fui a un curso para desputizarme y este fue el resultado

Como muchos sabrán existen cursos y tratamientos para dejar de ser gay, para volver heterosexuales a los homo, y la verdad que fui por insistencia de mi familia que es bastante anticuada y conservadora. Por lo tanto, no fui muy convencido, pero debo confesar que finalmente no la pasé tan mal...


Para empezar diré como introducción que desde siempre he tenido un gusto especial por los hombres. Traté por todos los medios posibles ser masculino, que me guste practicar deportes, intenté salir con mujeres, pero nada resultó. Siempre afloraba mi putez, y ésto en una sociedad machista, anticuada y prejuiciosa se convierte en un problema. 
A cierta edad cuando ya no aguantaba más tanta represión decidí encarar a mis padres y decirles mi verdad: Soy gay, homosexual, puto, como quieran decirle, pero soy así y nunca voy a casarme con una mujer. Como podrán imaginarse, para horror de mi padre y madre, esas palabras fueron como una lluvia de agua fría, como el Ice Bucket Challenge. Se quedaron pasmados, los ojos abiertos como lechuzas, las bocas abiertas sin saber qué decir. -"Pero ya está"-, dije, -"No hay vuelta atrás, no hay nada que se pueda hacer, así son las cosas y así se van a quedar. Acéptenlo y todos seremos felices"-


Mamá: -Nada de eso, hay algo que se podrá hacer, tenemos que buscar ayuda, un psicólogo o algo. ¡Esto es un horror!
Papá: -¡Esto es una vergüenza, no podemos ser la familia mirada por todo el mundo! ¡Algo hay que hacer, podemos hablar con el pastor, con un especialista, no podemos ir en contra de la naturaleza!
Yo: -Horror es lo que dicen ustedes. Modernícense un poco.


Me fui y los dejé ahí entre gritos y llantos desesperados de mi madre. Tiempo después me llamaron para contarme que encontraron un curso especial, dictado por un terapeuta y religioso, un verdadero hombre hecho y derecho con todas las ideas bien claras, según la ciencia, la naturaleza y la religión. 
Por supuesto que me negué al principio, pero ante la insistencia de ambos padres tuve que aceptar. Decidí ir pero para nada convencido...


Llego a la oficina de este enderezador de almas perdidas y era un lugar bastante formal, poco personalizado, austero. Me hizo pasar y tomé asiento en un sillón muy confortable, un sillón de tres cuerpos que me pareció lo único confortable de todo el lugar.


El doctor empezó con sus preguntas:


Doctor: -¿Cómo te va en la vida?
Yo: Bien, bien por suerte.
Doctor: -¿A qué te dedicás?
Yo: -Nada, trabajo y salgo a divertirme de vez en cuando.
Doctor: -¿Qué hacés para divertirte?
Yo: -Salgo con mis amigos, vamos a tomar algo, voy a bailar con algunos chicos. Tengo citas, cosas así...
Doctor: -¿Salís con alguna chica?
Yo: -No, tengo un novio, un chico muy divertido y muy lindo. Tenemos una pareja abierta.


Al doctor se le cayó la mandíbula hasta el suelo. Supongo que no se esperaba esas respuestas tan abiertas, y su educación tan rigurosa no le permitía asimilar lo que le decía. El doctor anotaba en su libreta y comentó: 


Doctor: -Vamos a empezar con el tratamiento. ¿Dale? Vamos a mirar un partido de fútbol, como dos amigos, como dos hombres ¿Qué te parece?
Yo: -Ok. 
La verdad, no me interesa demasiado el fútbol pero accedí.  Miramos como diez minutos el partido y el doctor hacía comentarios como: "Eso fue un córner bien pateado", "Ese jugador tiene futuro", "El juez de línea no corre al lado de la jugada", y todas cuestiones como esa.
Luego me pregunta:


Doctor: -¿A vos qué te parece?
Yo: -El jugador número 6 tiene un culito perfecto, es espectacular. Y el 2 tiene unas piernas perfectas, es súper masculino, me calienta mucho.
Doctor: -Bueno, bueno, pasemos a otra cosa...- Dijo, un poco nervioso y bastante sonrojado.


Luego hicimos algunos trabajos manuales como intentar armar un mueble de madera, desarmamos una radio, y hablamos un poco de política. "Cosas de hombres" se supone.


Doctor: -Hablemos de parejas. Sentáte en el sillón y conversemos. ¿Qué te parecen las mujeres? ¿Son lindas, verdad?
Yo: -Sí, me encantan. Son... -El doctor me cortó y no me dejó terminar.
Doctor: -¡Muy bien, te encantan las mujeres, ese es un gran progreso! ¡Creo que el tratamiento está teniendo efecto!
Yo: -Sí, me encantan. Son buenas amigas, son lindas, no puedo decir que no. Las chicas son hermosas con un buen vestido de noche, con un alisado que yo mismo les puedo hacer, conversamos de chicos mientras les ayudo a hacerse las uñas. Son divertidas y cuando salimos a comer siempre vemos algún chico para salir en aplicaciones como Tinder o Grindr.- El doctor se agarraba la frente como si tuviera dolor de cabeza.


Doctor: -Vamos a ver, ¿y qué te gusta de los hombres?
Yo: -Todo. Me gusta todo, sus cuerpos, sus ojos, los hombros, las manos fuertes, las piernas musculosas, un lindo culito...- El doctor me cortó otra vez.
Doctor: -Bueno, bueno, pero eso no es natural. Tenés que entender que la naturaleza se hizo para reproducir, hombre y mujer, macho y hembra para...- Esta vez lo interrumpí yo.
Yo: -¡Me encantan los machos!
Doctor: -¡NO, NO, NO! Hay cosas que no se pueden hacer, cosas que con una mujer se pueden hacer.
Yo: -Mmm, yo no diría eso. Se pueden hacer muchas cosas.
Doctor: -¿A ver, qué? Contáme, qué hacés con un hombre.
Yo: -Para empezar me gusta desvestirlo suavemente, empiezo por el cinto, lo desabrocho lentamente mientras siento el hermoso aroma masculino de su entrepierna. Voy acariciando con mis manos sus caderas y sus piernas y bajo sus pantalones lentamente para descubrir su suculento bulto...


El doctor visiblemente nervioso se puso rojo y se relamía como si estuviera sediento.
Doctor: -¿Y qué más...?
Yo: -Me gusta masajear su bulto por encima del bóxer o calzoncillo y sentir cómo se va poniendo dura su verga poco a poco...
El doctor tragó saliva y preguntó con la voz entrecortada: 


Doctor: -¿Qué más...?
Yo: -Entonces descubriría su verga lentamente y sentiría su suave olor a almizcle, su dulce aroma de hombre, tomando su verga con mis manos y pasando mi nariz todo a lo largo, descubriendo suavemente su cabeza y pasando lentamente mi lengua por todo su glande...


El doctor que estaba con los ojos grandes como dos huevos fritos, se atragantó con la saliva. Empezó a toser y dijo: -Mi esposa nunca hizo eso.
Yo: -Eso es una pena. Creo que usted se merece eso y mucho más.


Debo decir que el doctor es un hombre bien parecido, de unos 40 años, de 1,80m, unos 85kg de músculos y con un rostro de galán de cine. El hombre estaba apoyado sobre su escritorio y cruzó las piernas mientras escuchaba mi relato, en un visible ademán para ocultar su creciente erección. Estaba parado directamente en frente de mí tomando notas, así que lo atraje hacia mí por los bolsillos de su pantalón, empecé a masajear su bulto, y le dije: 


Yo: -Es una pena que no le hayan dado tanto cariño, usted es un hombre muy hermoso, varonil, un verdadero macho, y se merece que le den las mejores atenciones.- Todo ésto le decía mientras desabrochaba lentamente su pantalón y empecé a bajárselo hasta dejarlo en el piso. Por supuesto que yo estaba aplicando mi psicología inversa, utilizando las creencias machistas de este espécimen masculino muy atractivo. A los hombres conservadores les encanta que les digan esas cosas, se vuelven locos.


Yo: -Su esposa no sabe lo que se pierde. Este delicioso cuerpo merece ser disfrutado al máximo...
Doctor: -Mi mujer nunca me practicó sexo oral.
Yo: -¿¿¡¡ KÉH !!?? ¡¡¿¿Cómo que tu mujer nunca te chupó la pija, NADA!!??
Doctor: -No, nunca. Nuestra educación conservadora y nuestra religión no permiten esas cosas. Ella es una mujer muy vergonzosa y no se animaría. A penas si me toca...


Mientras conversábamos yo le acariciaba la verga, se la pajeaba suavemente de arriba a abajo. Sentí que se le iba mojando con su líquido pre-seminal. Este hombre estaba muy caliente.
Yo: -Ahora vas a saber lo que se siente...


Empecé a mamarle la verga lentamente, a chupar su cabeza que había descubierto con mis manos, y sentí cómo el hombre gemía de placer: -¡Aaaah, aahh!
Estuve así un buen rato, como cinto minutos, y el doctor gozaba de lo lindo. Terminé de sacarle el pantalón, le quité el saco, le desabroché la camisa y le saqué la corbata tirándola a un costado. El hombre estaba prácticamente desnudo en frente mío, y yo succionándole el miembro con toda devoción.


Lo senté en el sillón y terminó de quitarse la camisa. Ahora sí tenía al hombre totalmente desnudo, desprejuiciado y seducido, totalmente dispuesto ahí para mí. Me senté al lado suyo y empecé a pajearlo, su verga estaba bien dura y lubricada por mi saliva. Me acerqué y le empecé a chupar los pezones mientras lo pajeaba. El gozaba y jadeaba, tenía dos fuentes de placer accionándose al mismo tiempo:


Doctor: -¡¡Aaahh, aahh, aajjjaaahh!! ¡Nunca me habían chupado las tetillas!! 
Yo: -¿Te gusta, papi? ¿Te gusta...?
Doctor: -Sí, no pares, me gusta, me gusta... ¡¡Aaahh!!


Su suave voz ronca me seducía y me daba ganas de más. Me senté en el piso sobre la alfombra y empecé a chuparle la verga otra vez. Lo chupaba con ansias, con todas mis fuerzas, y lo hice delirar de calentura. Luego le mordía suavemente los huevos y los chupaba con fuerza. ¡Este hombre estaba enloquecido!:


Doctor: -¡Eso tampoco nunca me lo hicieron! ¡¡Seguí así, mami!! ¡Seguí que me encanta! ¡¡AAhhh, AAhh!!


Por supuesto obedecí y seguí chupando sus huevos que no estaban depilados mientras le pajeaba la verga rápidamente. Y cuando estaba a punto de acabar me detuve. Al doctor se le pusieron los huevos bien duros. Se notaba que estaba listo para acabar. Pero mi intensión era otra, iba a aplicar una tortura de pene, lo llevé hasta llegar casi al orgasmo una y otra vez, pajeándolo y chupándolo una y otra vez. Cuando estaba al borde de acabar me detenía y le apretaba la punta del pene para evitar la eyaculación. Luego lo seguía chupando con desesperación, hasta llegar casi a acabar otra vez...


Doctor: -¡¡¡AAHH, AAHH!! ¡¡Por favor, por favor, me estás matando!!
Yo: -¿Te gusta papi? Gozalo, papito. Disfrutalo, papito, gozá, ¡no te guardes nada...!
Doctor: -¡¡UUFFf, OOHH, Ooogg!! ¡¡Aayy qué manera de gozar!! ¡Me estás matando, hija de putaaahh...! 


Este hombre estaba muy caliente y transpirado. Su verga estaba dura como una piedra, sus enormes bolas eran un juguete en mi boca, lo hice disfrutar una y otra vez. 
Cuando estuve satisfecho y vi que el doctor ya no aguantaba más (ya había pasado como media hora de tortura de pene) empecé mi obra final: 


Yo: -Ahora vas a ver lo que es bueno.


Le levanté las piernas y le chupé debajo de los huevos, donde está la próstata. Le hice un masaje prostático con mi boca y con mis dedos. El doctor realmente deliraba de placer. Le chupé rápidamente la verga como una aspiradora humana, puse en práctica mi técnica de garganta profunda, balanceaba mi cabeza mientras chupaba y lo pajeaba con mi mano derecha, mientras al mismo tiempo masajeaba su próstata con la mano izquierda hasta hacerlo acabar. Creo que fue el mayor orgasmo de su vida:


Doctor: -¡¡¡AAAAAAAAAHHH!!!  ¡¡¡AAAAAAHHHH!!! ¡¡AAAAAAaaaaahhhhh!!!


Su cuerpo desnudo se balanceaba hacia adelante y hacia atrás como si fuera un látigo. Su cabeza golpeaba contra el respaldo del sillón.
Yo: -¡¡Gozá, papito, gozalo y no te guardes nada!! ¡Disfrutá, papi, disfrutá!
Doctor: -¡¡AAAAAAhhh!! ¡¡AAAaaaahhh!!


Su cuerpo se retorcía mientra yo lo seguía haciendo acabar y no dejaba de chuparle la pija. Se la chupaba mientras acababa y, como tenía la cabeza muy sensibilizada, su orgasmo fue mayor, fue muy intenso. Me tragué hasta la última gota de su maravillosa leche y me pareció que era bastante espesa.


Yo: -Qué manera de acabar, papuchi. Parece que hace mucho que no gozabas.
Doctor: -Hace como cinco meses que no tengo relaciones con mi esposa. Por tanto trabajo y nuestra religión, prácticamente nunca cogemos.
Yo: -Bueno papucho, conmigo parece que te pusiste al día.


Satisfecho por mi labor, me retiré de su oficina y lo dejé tendido en el sillón, totalmente desnudo, y así se quedó dormido, y de esa manera lo encontró su secretaria que había salido a comer...