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martes, 6 de agosto de 2019

Uomini italiani che si godono il sesso



Pijas de chocolate caliente











La granja de la lujuria

La granja de la lujuria

A las afueras del pueblo a la vera de la ruta 626, hay una granja con una enorme casa de madera rodeada por la siembra aún sin cosechar. Hasta donde alcanza la vista, Ed se paraba a contemplar su sembradío. Ed es ese hombre viudo de 55 años que trabajó en la granja desde que tuvo la edad suficiente para manejar el tractor, y de la cual tuvo que hacerse cargo desde los 25 años cuando sus padres fallecieron en un accidente de tránsito. Ese bronceado, delgado, rubio granjero semental de 1,80m se ve mucho más joven que lo que dice su documento. 


A menudo lo encontraban mezclado entre sus jóvenes contratados; Tim, fornido, de pelo castaño, con antebrazos gruesos, pantorrillas musculosas y manos ásperas del tamaño de guantes de béisbol. Y Buck, cabello rubio, ojos azules y complexión delgada, alto y musculoso.


Cada viernes los tres hombres conducían hacia el pueblo para vender su producción y repartir sus "Holas" a quienes cruzaban por la calle, para luego beber unas rápidas cervezas y volver a la granja. 


Ed había aleccionado sobre el sexo a sus trabajadores desde una joven edad, a cada uno de ellos separadamente o en conjunto. Era muy común escuchar ante las primeras luces del amanecer, el rechinar de las camas y el movimiento de frazadas, mientras los hombres gemían deleitados por el engullir de sus pollas, o cuando se ponían de espaldas para arar profundamente el culo con sus vergas para después dirigirse a arar el campo con sus tractores, relajados y sonrientes.

 La enorme polla sin circuncidar de 25 centímetros de Ed, con una cabeza redonda como un hongo, había disfrutado del sexo con varios de los hombres del pueblo a lo largo de los años. Entre ellos el Sheriff, al que Ed conocía desde sus jóvenes 22 años, y con el cual había disfrutado del placer en su vacía habitación en la granja durante las frías noches de invierno, o en una improvisada cama de heno en el cobertizo, en las largas y calurosas tardes de verano.


Buck, el mayor, también había sido follado por el Sheriff después de haberlo encontrado espiándolo en la ducha del club. Lo arrestó y lo llevó a la cárcel como "castigo", y a mitad de la noche se metió en su celda, abrió el pantalón de su uniforme de policía, y le ofreció su verga para que Buck pudiera verla y tocarla desde cerca. El joven era un maestro engullendo esa polla de un solo golpe y volvió a la cárcel a visitar al Sheriff una y otra vez.  
La granja de la lujuria


En el calor del verano, los hombres trabajaban a pelo en el sol, y caminaban desnudos por toda la casa. Las pijas balanceándose con cada paso, bolas como de toro rebotando, descansando en el sofá entre las piernas abiertas, y manos tanteando una polla al pasar en la cocina, un trasero redondo cacheteado a la pasada mientras alguien se afeita desnudo en el baño.

El viejo Ed y el Sheriff se habían amado durante años y tenían una asociación tácita pero pronunciada. Varias veces al año el Sheriff se aparecía por la granja con algún prisionero del condado, algún chico gay que ya había aceptado tener sexo con el policía, y que permitía a los granjeros unirse a una orgía sexual que duraba hasta horas del amanecer.
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El Sheriff de ancha espalda podía ser visto patrullando las autopistas o estacionado al costado de la carretera esperando por los excesos de velocidad. Pero si uno decidía parar y acercarse, podía ver más veces de las que no, que el hombre tenía las manos sobre la cabeza de alguien empujando su rostro hacia su entrepierna: "chupa más profundo, muchacho", solía decir. Él disfrutaba mucho las largas mamadas en el caluroso sol de la tarde al costado del camino.


Al Sheriff le gustaban viejos o jóvenes, y disfrutaba follándolos con su gorda polla de 20cm. Los engañaba para ser follado, pero sólo por los granjeros de color, y el pueblo estaba lleno de grandes hombres afroamericanos con vergas de burro que ansiaban el trasero redondo del Sheriff encerrado en su uniforme de color caqui. En las noches que no estaba en la granja, se lo podía encontrar en las vías del ferrocarril detrás de la ciudad, arrodillado ante uno o más hombres negros complacientes con grandes vergas, a quienes ofrecía su blanco trasero.relatos
Ben, un granjero de 45 años de edad, negro como el carbón, de 1,85m de altura, casado y con 6 hijos, portaba una verga de 28cm la cual el Sheriff descubrió cuando lo encontró desnudo refrescándose en el estanque unos años atrás. El Sheriff se le unió en ese día de calor y dejó que Ben deslizara su enorme verga de caballo dentro de su culo hasta que casi se desmalló. Pasó una semana antes de que el Sheriff pudiera tomar su polla por el culo por completo e incluso ahora, lucha contra el impulso de rogarle que la saque cuando Ben comienza a follar al Sheriff de rodillas en la celda o fuera de la ciudad a altas horas de la noche.


Ben se unió en varias ocasiones al Sheriff y a Ed en la granja. La primera vez que Ben fue a ver a Ed en su granja para comprar parte de su tierra, Ed pudo ver al enorme hombre negro acercarse mientras estaba parado en el desván. Especialmente notó el tronco colgando entre las piernas de Ben mientras se acercaba caminando. La polla de Ed se marcaba debajo de su overol ya que no usaba ropa interior, mientras se acercaba a Ben con saludos. Los dos hombres discutieron de negocios con sus vergas erguidas, y después de aceptar el trato, Ed se agachó y comenzó a masajear la polla de Ben a través del delgado material de sus pantalones de algodón. "Déjame chuparte la polla" gruñó Ed con su voz grave. Moviéndose hacia el establo de caballos, Ed se sentó en el taburete de ordeñar con Ben delante de él. Ed bajó por completo el cierre del mameluco de Ben y comenzó a deslizar los pantalones por su culo apretado y dejó que el enorme trozo de carne negra se soltara. "Chúpala, blanquito", ordenó Ben, y comenzó a cachetear a Ed con su verga gigante, esparciendo su vicioso jugo preseminal por todo el rostro antes de agarrar a ese hombre por el cabello y darle a comer esa verga de toro. La gran polla negra de Ben estrechaba las mandíbulas de Ed mientras lo ahogaba y amordazaba con el enorme poste. Después de 25 minutos de saborear su polla comenzó a bombear liberando abundantes cantidades de semen que se esparcieron en todas partes mientras el granjero Ed eyaculaba también su semen dejando un charco blanco y espeso sobre el piso.




Publicado originalmente por SYDEKNI en base al cuento "Country Life" en idioma inglés para el sitio XHamster, traducido y adaptado por mí.

viernes, 2 de agosto de 2019

Mi suegro me coge



Turkish dad uses my ass



Older Man Dominates a Twink



Daddy and his young friend again



Daddy and his young friend



Entrada forzada: Un intruso en casa

Entrada forzada: Un intruso en casa


Es tarde a la noche, al rededor de las tres de la mañana, estás durmiendo placenteramente en tu cama cuando un fuerte ruido te despierta y te das cuenta que un intruso ha entrado a tu casa. Sólo atinas a agarrar tu teléfono celular y algo manuable que puedas usar como un arma. Silenciosamente sales de tu habitación para ver qué está sucediendo. Vas camino a la cocina cuando encuentras a un atractivo hombre de color parado ahí, mirándote fijamente. Rápidamente le ofreces algunas cosas de valor que tienes cerca, pero ves su semblante y te das cuenta que no tiene intensiones de hacerte daño, él no está ahí por tu dinero o tus pertenencias, vino por algo más; y por la mirada en sus ojos te das cuenta de cuál es su intención. Lo que él quiere de ti queda más que claro cuando desabrocha sus pantalones y los deja caer hasta el suelo.

Estás listo para llamar a la policía, el teléfono está en tus manos listo para marcar, hasta que echas una mirada a su entrepierna y ves la más gruesa y larga verga circuncidada que hayas visto en tu vida, con unas grandes y colgantes bolas que sabes están llenas de caliente y espeso esperma listo para salir como una erupción volcánica. Sabes que DEBES llamar a la policía, pero cuanto más miras esa polla, más parece que ella te está llamando, pidiéndote que la tomes con tus manos y que poses tus labios sobre ella.

Te rindes a tus urgencias y lentamente te acercas, cuanto más te acercas más rápido late tu corazón. Tu teléfono celular y el objeto que habías tomado como un arma caen al piso como piedras pesadas sin importancia. Ya estás frente a él y finalmente te agachas y tomas su cálida polla casi caliente en tus manos y comienzas a acariciarla haciéndolo excitar ya semidura en el proceso.  

Miras hacia abajo y ves una gota de líquido preseminal en la punta de esa gruesa verga, no puedes evitar caer de rodillas y comenzar a lamer el líquido sin siquiera pensarlo. Tomas en tu boca su verga chupándola con todas tus fuerzas, es como si estuvieras en trance y tu succión salvaje hace que su polla sea cada vez más dura, nada te detiene, golpeándolo con cada truco oral que sabes, y vuelves loco de placer a ese hombre desconocido con la verga al aire que tuvo la idea de irrumpir en tu casa.

Su polla se retuerce una y otra vez, puedes decir que quiere acabar, pero tienes otros planes para esa larga polla que ahora está agradable y húmeda. Te pones a cuatro patas y levantas el culo para presentarlo como un homenaje, él no pierde el tiempo detrás de ti sosteniendo su polla circuncisa en su mano apuntando directamente a tu agujero que espera.

Tu cuerpo se estremece cuando pone la cabeza de su polla en tu culo antes de hundirla profundamente hasta las bolas de un solo empujón, se mantiene allí por un momento dándote solo un segundo para ajustarte, soltar un gemido y dejar a tu culo acostumbrarse a su polla, puedes sentir lo profundo que está dentro de ti y, aunque no se mueve ni una pulgada, aún así te da placer el sólo hecho de tenerla adentro completamente.

Él comienza a empujar su polla dentro y fuera de tu trasero, te hace querer gritar de lo bueno que es, te toma por las caderas, mete y saca la polla adentro y afuera, todo lo que puedes escuchar son los sonidos planos del sexo, su pelvis golpeando contra tu cola y los gemidos de placer que escapan de tu boca con cada uno de sus embates.

Su verga está dura y con cada empujón sale más y más líquido preseminal de tu verga como un grifo que gotea. Sus gruñidos y gemidos se vuelven más fuertes y todo lo que él puede pensar es lo bien que se siente tu apretado trasero alrededor de su gruesa verga, y continúa bombeando absorto en el placer que le estás provocando. El placer de su polla te alcanza y comienzas a correrte formando un pequeño charco justo debajo de ti y, en un movimiento rápido, se aparta y libera una enorme carga de leche espesa que había almacenado en sus bolas colgantes y rocía gruesas líneas blancas de esperma por toda tu espalda y cola.

Luego de terminar, el intruso simplemente se va sin decir nada, sube sus pantalones y se va en silencio dejándote ahí tendido en el suelo jadeando de placer, absorto por la osadía de ese desconocido y asombrado de lo que has sido capaz de hacer.

El día después.

A media mañana llega un mensaje a tu celular, el mensaje de WhatsApp dice: "¡Qué bien la pasamos anoche! Esa fantasía del intruso es mejor de lo que esperaba." 
Entonces te alegras de haberte hecho amigo de Paul, el inmigrante nigeriano, un hétero curioso que siempre está deseoso de descargar su deliciosa esperma en tu ajustado trasero, y al cual le encanta jugar a esos juegos de rol contigo, que hacen cada encuentro sexual una fantasía diferente y evitan caer en la rutina de un sexo monótono y aburrido.



Publicado originalmente por Rust1 en inglés en el sitio XHamster, traducido y adaptado por mí para todos ustedes.